Siempre aparcó en la cuneta las modas, tendencias efímeras, caprichos advenedizos, imposiciones comerciales, ‘extensiones’ porque sí y dictaduras de lo que se lleva o no. El tiempo le ha dado la razón porque el objetivo no ha cambiado: ceñirse a un criterio, a un estilo clásico de peinar y cortar que él convierte en moderno, a manejar volúmenes y texturas sin que jamás pierdan la naturalidad ni aunque el cliente se empeñe. Meyer nunca se lleva la contraria sí mismo porque su estilo es, en definitiva, un estilo de vida.
No ha sido fácil rechazar ofertas con muchos ceros para abrir franquicias con su nombre, ni escoger una atención absolutamente personalizada,una asesoría para cliente en función de su personalidad, edad,temperamento. Un equipo muy profesional cuida los pequeños detalles que marcan la diferencia: trato, discreción, ambiente, cita previa, un salón muy cálido, servicios de maquillaje, manicura, expertos en color…
Ahora que la globalización nos doma, uniformiza y aborrega, para Michel Meyer cada cliente sigue siendo el único.